©Manuel Gonzalez Veglia
DOS VIGAS, TRES PATIOS
En suave declive hacia el oeste, el terreno presentaba una meseta natural, un escalón que oficiaba de podio para contemplar el paisaje natural del monte nativo colindante.
El programa, entonces, se fracciona en sección. Acceso y áreas sociales se ubican en planta baja, a nivel de calle con la posibilidad de disfrutar de la vista lejana, de las copas de los árboles, del cielo. En el nivel inferior, habitando la cercanía del monte y de la tierra, los espacios de descanso. Semienterrados y protegidos por un alero, su condición es de penumbra.
Totalmente ciegos hacia la calle, una serie de muros de hormigón niegan la relación de la casa con la urbanidad del barrio para configurar espacios domésticos, íntimos, que sólo se relacionan con el horizonte serrano.
Dos vigas en cruz, soportan la cubierta que se recorta y configura 3 patios. Ingresar a la vivienda implica atravesar el primero y gradualmente desacelerar. De suelo, piedra partida. De cielo, las hojas, las copas de un grupo de acacias. El recinto antecede tanto la puerta de ingreso a la casa como el acceso directo al jardín principal. Un tercer patio orientado hacia el noreste y en relación al espacio de cocina, ofrece luz cálida de mañana y brisa perfumada por plantas aromáticas.
Proyectistas: Manuel Gonzalez Veglia, Agustin Berzero
Colaboradores: Guadalupe Gonzalez, Tomás Bressan
Superficie: 400 m2
Estructuras: Germán Sarboraria
Fotografías: Federico Cairoli